Era un lunes por la mañana en Iquitos y me encontraba revisando la lista de pasajeros ya que esa misma noche se iban a embarcar en el crucero. Lo primero que hacíamos era asegurarnos que todos los víveres y provisiones para el viaje eran los correctos y necesarios. Una vez revisados, los cargábamos en las furgonetas de la empresa. Era muy importante asegurarnos que no faltase nada dado que estaríamos navegando por el río Amazonas y sus afluentes, alejados de la civilización y no podríamos retroceder para no entorpecer el itinerario establecido. Debíamos asegurarnos que todo estuviera perfectamente coordinado. Mi puesto era el de director del crucero de lujo Delfin Amazon Cruises. Al ser un crucero de alto standing nuestro servicio debía estar a la altura de las exigencias de nuestros huéspedes, siempre intentando superar sus expectativas y acercarnos a la perfección. Nuestra exigencia era máxima.
Como siempre hacía, revisé la lista de pasajeros y pude observar que el grupo era bastante diverso. Había dos personas que viajaban solas de avanzada edad, una familia con cuatro niños, un grupo de jóvenes y varias parejas de distintas edades y nacionalidades. Me aseguré que no tuvieran ninguna restricción alimentaria o alergia y si algún huésped padecía alguna enfermedad o deficiencia física. Era de vital importancia saberlo todo con antelación y no dejar nada al azar. Una vez empezábamos a navegar, nos íbamos a encontrar en medio de la selva Amazónica y alejados de las ciudades. La organización y la unión entre el equipo debía ser impecable.
Era de vital importancia la coordinación del personal de tierra con la tripulación. Junto a Augusto que era el gerente de operaciones en tierra repasamos las últimas pinceladas de las características y perfiles de los pasajeros y del viaje. Una vez estaba todo perfectamente organizado, nos dirigimos a la ciudad de Nauta donde se ubica el puerto donde empezaba la travesía. Para llegar a la ciudad hay que salir de Iquitos y coger la única carretera existente que da salida a la ciudad.
Ciudad de Iquitos
Iquitos es la capital de la Amazonía peruana y la ciudad más grande del mundo a la que no se accede por carretera. Solo puedes comunicarte por vía fluvial o aérea. Se le denomina “la isla bonita” por sus casas que aún perduran de la época del caucho, únicas en la selva, sólo comparables con la ciudad brasileña selvática de Manaos y su vibrante vida diurna y nocturna. Gracias a su aislamiento mantiene su fisionomía y carácter distinto al resto de Perú. Es un país dentro de otro país. Sus mismos habitantes mantienen un acento peculiar, un carácter único y una idiosincrasia distinta al resto de sus paisanos. Su población es de aproximadamente medio millón de habitantes y recibe anualmente unos 70. 000 turistas. Fue una de las ciudades más ricas del mundo durante la explotación del caucho entre 1880 y 1914. Lamentablemente la población indígena padeció la esclavitud a manos de grandes empresas occidentales. Hoy en día, es una ciudad llena de encantos con una población acogedora y con ganas de enseñar sus bellezas al mundo. Su economía se basa considerablemente en el turismo y en la extracción petrolera.
Una vez llegamos al puerto de la ciudad de Nauta me embarqué y empecé a hablar con todo el equipo. Revisamos los detalles de las habitaciones de un modo exhaustivo e íntegro.
Me informaron que el avión de los clientes había aterrizado en el aeropuerto de Iquitos a la hora establecida, teníamos unas dos horas antes de que llegasen al barco ya que también harían un corto tour por la ciudad. Mientras dejábamos todo perfecto avisé a todos mis compañeros para realizar la reunión respectiva para explicar los perfiles de los clientes y ultimar los últimos detalles.
Los guías naturalistas que acompañaban a los pasajeros en el transporte privado de la empresa me avisaban en cada momento dónde estaban y qué tiempo les faltaba por llegar. Una vez llegaron, les dimos la bienvenida con la respectiva explicación del itinerario y de lo que les esperaba los siguientes días. Los acompañamos a sus respectivas habitaciones. Una vez acomodados, cenaron plácidamente. El barco empezó a navegar por los afluentes del Amazonas y la aventura inició su andadura.
Inicio de la travesía
Me desperté a las 6 de mañana para ponerme a trabajar. En la selva amanece sobre las cinco y media. El primer día se realizó una excursión antes del desayuno. Era la mejor hora para poder observar la multitud de aves que habitan en el Amazonas. Las excursiones se realizan con unos auxiliares motorizados de máximo de 10 personas para poder adentrarse en los afluentes de la Amazonía. Perú es el tercer país del mundo con mas variedad de aves.
Después de la excursión y una vez los pasajeros habían desayunado fue el momento perfecto para empezar a conocerlos.
Subí ilusionado al lounge con el afán de conocerlos y mantener conversaciones varias para empezar un nexo amigable. De repente me encontré a los niños de la familia revoloteando y jugando a fútbol con una pelota que habían traído, chillando como si estuvieran en un partido de primera división profesional. Habían movido todo el mobiliario para montar sus porterías, sus líneas divisorias y su estadio particular. Obviamente estaba totalmente prohibido. Tuve que poner orden y hablar con los padres. Todos deseábamos tener una viaje tranquilo, ameno y apacible respetando al resto de pasajeros. Los padres no parecían muy sorprendidos, pero accedieron a regañadientes que sus hijos no podían practicar semejante deporte en un barco fluvial en medio de la selva Amazónica.
La pareja de rusos
En ese mismo momento apareció la pareja de rusos. Tenían unos 50 años y empezaron a hablarme en ruso. Les hablé en inglés … pero no parecían entenderme, probé con el español, pero tampoco pareció productivo, finalmente en francés, pero fue infructuoso. Seguían hablándome en ruso y yo sin entender absolutamente una palabra, pero pude deducir que decían algo sobre internet. Entendí que querían señal de wifi para poder utilizar Google Translator y así poder comunicarse conmigo. Lamentablemente en medio de la selva era totalmente inviable. Realicé un esfuerzo titánico moviendo mis brazos realizando señas y removiendo mis rasgos faciales que estábamos en medio de la selva y que no había ninguna posibilidad de acercar alguna señal a sus dispositivos móviles. Pude apreciar en sus manifestaciones que se quedaron atónitos ante semejante situación surrealista a su parecer. Tuvieron la mala fortuna que su equipaje se había extraviado y seguramente seguía en Lima, por ello no pudieron mostrarme con exactitud el motivo de su incertidumbre.
En el lounge me acerqué al señor americano que estaba sólo observando las majestuosas vistas que nos mostraba la selva. Estaba muy contento de estar en el crucero. Me pareció extraño que viniera solo a la selva. Me invitó a sentarme y mantuvimos una conversación muy amigable e interesante. Se llamaba Sr John. Me explicó que había perdido a su mujer y desde hace años habían deseado venir al Amazonas y lo estaba haciendo porque justamente su mujer hubiera querido venir. Le expliqué que estaba en el mejor crucero del Amazonas y con la mejor tripulación posible y que había hecho lo correcto. Se sentía muy a gusto y feliz de estar con nosotros. Me congratuló su presencia y estaba seguro que lo iba a disfrutar. Al cabo de un rato bajé a la cocina para hablar con los cocineros. Se acercaba la hora del almuerzo.
Me reuní con Raúl que era el jefe de cocina y el resto de compañeros. Me explicó que serviría durante el viaje el típico plato de la gastronomía amazónica llamado Patarascha. Consiste en un filete de pescado – generalmente pescado doncella – sazonado con palillo, verduras del Amazonas como sachaculantro, ají charapita y envuelto en una hoja de bijao cocinado a la brasa.
Llegó la hora del almuerzo y era el momento adecuado para comer con ellos y conocerlos. Me senté y coincidí en la mesa con una pareja de estadounidenses y una mujer llamada Sra Carly también de avanzada edad. Casualmente su marido había fallecido el año pasado y había decidido viajar y recorrer el mundo y uno de sus sueños era conocer la selva. Mientras nos deleitaron con la gastronomía amazónica me vino a la cabeza de presentarle al Sr John para que se conociesen.
Siempre he creído que un viaje es una experiencia única y que la sinergia de los momentos es singular. Me junté con Christian que era el director adjunto y mi mano derecha a bordo para ver el modo de unirlos discretamente y que pudieran conocerse. Esa es la esencia de viajar. Conocer otras culturas y personas.
Visita al poblado
Al acabar el almuerzo los clientes se dirigieron a sus habitaciones a descansar. Al cabo de un rato Christian y yo nos pusimos a preparar todo para las excursiones. Mientras estábamos en ello, se acercó a mí una huésped estadounidense llamada Nina Burleigh, me comentó que era periodista y estaba escribiendo dos artículos, uno para una revista de viajes y otro para el New York Times sobre Iquitos. Me pidió ayuda o al menos que pudiera dar mi punto de vista. Necesitaba alguien para escribir su artículo desde la óptica de un extranjero. Como yo era de Barcelona, le venía como anillo al dedo. Era un extranjero occidental viviendo y trabajando en el Amazonas. Mi primera intención era quedarme en el barco para asegurarme que las habitaciones estuvieran impecables. Pero dada la insistencia de Nina le acompañé en la excursión para que pudiera entrevistar, hablar y conversar con las mujeres del poblado para su artículo.
Después de la excursión, los huéspedes se ducharon y fuimos al comedor a cenar. Raúl y el resto de cocineros habían preparado cebiche de paiche. Es un pescado exclusivo del Amazonas y el segundo pez de agua dulce mas grande del mundo. Puede llegar a superar los 3 metros de largo y pesar hasta 250kg. Su carne es muy valiosa y apreciada por los habitantes, además que se utilizan sus escamas para varios usos y fabricar utensilios.
En todas las excursiones los pasajeros nunca están solos y siempre van acompañados de los guías naturalistas. Es de vital importancia conocer perfectamente la selva ya que una vez penetras en la jungla, estás rodeado de vegetación y en unos pocos segundos te puedes desorientar con una facilidad pasmosa, por ello todos los guías naturalistas del crucero son nativos y experimentados.
Safari nocturno
Una vez acabada la cena realizamos un safari nocturno en busca de caimanes y afortunadamente pudimos observar varios ejemplares.
Al día siguiente, después de ducharme y alistarme, al abrir la puerta de mi habitación me encontré a la pareja de rusos que me enseñaron unos dibujos donde pude apreciar la figura de un chamán con plantas medicinales. Poco a poco pude deducir lo que necesitaban. Requerían un chamán para mostrarles diversas plantas. Al haber hecho ayahuasca varias veces y estar interesado en la medicina ancestral amazónica conocía a la persona indicada.
Pesca de pirañas
Después del desayuno realizaron otra excursión. Fueron a pescar a las temidas pirañas. Temidas por los occidentales e ignoradas por los nativos. Es cierto que las pirañas son carnívoras y devoradoras, pero son inofensivas si no presentas ninguna herida con sangre. Hollywood nos ha inculcado la errónea idea de que las pirañas atacan a todo ser vivo que se mueva en el agua. Muy lejos de la realidad. Christian y yo, junto con la ayuda de los guías naturalistas juntamos en el mismo bote al Sr John y la Sra Carly. ¡Pescaron juntos las pirañas y compartieron un momento entrañable! Compartieron la caña de pescar y surgió efecto, habían pescado una media docena de pirañas en unos escasos 10 minutos. El grupo de jóvenes parecían más tranquilos porque habían disfrutado increíblemente pescando pirañas y empezaban a cumplir sus expectativas de grandes aventureros.
Curiosamente una de las actividades que mas disfrutan los pasajeros es la pesca de pirañas. Y lo mejor es cocinarlas y comerlas. Estaban ansiosos por probarlas. Raúl nos preparó las pirañas pescadas fritas junto a una variada ensalada de frutas tropicales amazónicas.
La selva y la naturaleza es mágica y une a los seres humanos. Se podía plasmar su felicidad.
Al acabar el almuerzo le expliqué a Nina Burleigh la idiosincrasia del pueblo amazónico que está unido a la naturaleza, su mitología y conservadurismo heredado del colonialismo católico español. Como en toda Latinoamérica existe una mezcla de distintas culturas que hacen rico y diverso a su pueblo.
Navegar con Kayaks
Por la tarde disfrutaron de la navegación con kayaks por los afluentes del río Amazonas donde la corriente es serena. Los jóvenes acabaron encantados y también los no tan jóvenes. Es una manera magnífica de disfrutar de la selva ya que no hay ningún ruido de motor que pueda perturbar el sonido de la jungla.
Todo el mundo volvió encantado. Estaban disfrutando muchísimo, pero los rusos parecían aún inquietos. Ya había coordinado con Augusto y Christian de vernos mañana con un chamán en un pueblo cercano al río Amazonas.
Por la noche cenamos ensalada de chonta, llamada coloquialmente los fetuccini selváticos. Proviene del cogollo de la palmera de pijuayo entre otras. Se suele servir con jugo de lima, fariña y aguacate. Plato muy saludable y digestivo.
Nadar en un lago amazónico
Al día siguiente después del desayuno fuimos a nadar a un lago. Poco a poco el grupo de pasajeros se iba uniendo y mostraban complicidad. Observaron al solemne delfín rosado, único en su especie en el Amazonas.
Después del baño en el lago realizamos también una visita a un poblado donde los pasajeros pudieron ver como vivían los locales, interactuar con los nativos y apreciar la bondad de la gente amazónica. Visitamos el colegio local. Los niños disfrutaron al vernos y los pasajeros compraron las artesanías locales. Es esencial que exista una interacción y se pueda ayudar a la gente autóctona de la zona. Todas las artesanías y decoraciones del barco estaban hechos por los nativos y siempre intentamos colaborar con la economía local.
En busca del chamán
Augusto, Christian y yo fuimos a buscar al chamán del pueblo junto a la pareja rusa. Nos mostró varios tipos de plantas medicinales y finalmente después de media hora la encontraron. Era la planta llamada achiote ( Bixa Orellana) que ayuda a tratar infecciones de la piel. El Amazonas es la mayor farmacia del mundo. Desconocía que problema específico tenían, pero parecía que la pareja rusa finalmente había encontrado su ansiosa planta.
Rescatando al oso perezoso
A la vuelta al barco en la navegación observamos un animal sufriendo en el agua. Al acercarnos presenciamos que era un oso perezoso. Lo conseguimos salvar ya que parecía ahogarse debido a la fuerte corriente. Lo subimos a bordo y nos acercamos a tierra para liberarlo. No quisimos darle de comer porque entonces podíamos perturbar su equilibrio alimenticio.
El oso perezoso (Bradypus tridactylus) es una de los animales más queridos y peculiares de la selva. Es extraño verlo en la tierra dado que es muy vulnerable, solo desciende de los árboles para excrementar una vez al mes. Es un animal folívoro, es decir, se alimenta exclusivamente de hojas maduras que contienen una elevada proporción de celulosa que dificulta su digestión. Al tener un valor energético muy bajo, deben dosificar su energía. Son animales muy lentos con un metabolismo sosegado y digestiones largas. Viven en las ramas de los árboles. Son indefensos y muy queridos por los nativos.
Al cabo de unos días pudimos observar que el grupo de diferentes nacionalidades y tan dispar estaba muy unido. El Amazonas y la naturaleza hizo su función de unir a las personas.
Preparando la sorpresa
Al día siguiente se me acercó entusiasmado el Sr John, deseaba hacer una sorpresa a la Sra Carly. Su idea era regalarle una flor del Amazonas. Yo conocía la planta perfecta, pero era muy difícil de conseguir y necesitaba traerla para efectuar la sorpresa. Habíamos conseguido unir a los dos pasajeros y ahora no podíamos fallar. Contacté con Augusto para que nos trajera la Heliconia (Heliconia episcopalis), una planta tropical muy colorida y característica de la zona.
Contacté con Augusto y me ayudó. El problema residía en la logística ya que estábamos bastante alejados de la ciudad de Nauta. Dada la situación, él no lo dudo, se adentró con un bote motorizado y vino en nuestra búsqueda. Trajo la planta intacta y brillante sin que los pasajeros pudieran percatarse.
Caminata por la selva
Por la tarde mientras los pasajeros disfrutaron de una caminata para observar la fauna y flora del Amazonas, fuimos a la habitación de la Sra Carly para dejar las flores y decorar su habitación.
A la vuelta de la excursión, la Sra Carly se encontró la majestuosa sorpresa. Lloró de la emoción y abrazó al Sr John. Esa noche decidimos servir la cena en su habitación para que ambos pudieran disfrutar de un momento íntimo y observaran las maravillas del Amazonas a solas con la luna llena.
Los puentes colgantes
El último día hicimos una excursión por los puentes colgantes donde se pudo apreciar desde la altura la solemne selva Amazónica. La mayoría de fauna y flora se encuentran en el dosel arbóreo, que son las copas y regiones superiores de los árboles de un bosque. En estas capas se estima que alberga entre el 60 y 90 por ciento de la vida presente en la selva tropical.
Despedida
De vuelta al barco, en el momento de la despedida todo el equipo y yo nos abrazamos emocionalmente con el resto de pasajeros. Es el momento más triste, pero a la vez el más emotivo. El viaje en el crucero por el Amazonas nos unió a todos y creó un vínculo sentimental creando una experiencia que todos nos llevamos para el resto de nuestras vidas.
Si deseas leer los artículos publicados por la periodista estadounidense Nina Burleigh durante su travesía en el crucero y en la ciudad de Iquitos con nosotros clica sobre los siguientes enlaces:
The New York Times : Iquitos, Peru: Wet and Wild
Nexttribe: Traveling the Amazon River
Puedes saber más sobre los cruceros en el Amazonas visitando nuestra experiencia clicando en el siguiente enlace:
Experiencia: Cruceros por el Amazonas
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