En el penúltimo día del itinerario navegando con el crucero de lujo Zafiro por la Reserva natural Pacaya Samiria en el Amazonas peruano, eran las cinco de la tarde y nos acercábamos al río Yanayacu que su nombre en quechua quiere decir yacu, agua y yana, negro, para realizar la actividad de kayak.
Crucero Zafiro
Todos los pasajeros ya estaban preparados para empezar una de las actividades más apreciadas y esperadas. Practicar kayak en un pequeño afluente del Amazonas donde la corriente del agua es mínima e imperturbable, te permite disfrutar del esplendor de la selva sin ningún ruido motorizado que perturbe los sonidos de la fauna del Amazonas. Además, que lo puedes hacer a tu ritmo y acercarte a la orilla para observar los distintos animales que transitan por la selva.
En ese momento me encontraba dirigiendo un viaje de un grupo de rusos. Cada cuatro meses me encargaba de organizar, planificar y supervisar el viaje que realizaban en crucero por el Amazonas y posteriormente en Cuzco, Machu Picchu y otras zonas de interés turístico del Perú. Eran cinco parejas de avanzada edad y cuatro jóvenes con unas ganas infinitas de disfrutar de los encantos del país andino.
Una de las cosas que no cesaba de sorprenderme es la gran cantidad de palabras y nombres de ríos, objetos y animales amazónicos que tenían en la selva, a pesar que el imperio Inca no había dominado ni conquistado la zona del Amazonas donde nos encontrábamos. A continuación, nombro algunos ejemplos:
Yanayacu : agua negra
Yacumama: madre del agua
Sacha : salvaje
Supay : demonio
Huairuro (wayrúru): legumbre no comestible, bicolor usado como adorno y amuleto de buena suerte.
Cocha (kocha): laguna pequeña, usado también como sinónimo de charco.
Es cierto, siempre según los historiadores, que en los últimos años se habían descubierto hallazgos de que indicaban la presencia y asentamientos Incas en otros lugares del Amazonas, pero ni por asomo en la zona de Iquitos y alrededores. Otro punto a destacar que también me hizo replantear la existencia de otras civilizaciones, fue que existía el mito de la legendaria ciudad de El Dorado escondida en el Amazonas. Hecha supuestamente de oro donde multitud de exploradores durante siglos habían ido a su encuentro, pero sin fortuna o con pruebas tangibles de su pasada existencia. A mi llegada a Cusco una vez más intentaría indagar en la cultura Inca y su historia.
El explorador británico Percy Fawcett desapreció en el Amazonas en 1925 buscando El Dorado
Mientras los huéspedes seguían disfrutando de las maravillas del Amazonas y una vez tuvimos señal, me encargué de volver a contactar con mis compañeros en Cusco e Iquitos para volverme asegurar que todo estuviera perfectamente coordinado para nuestra llegada. Es imprescindible tenerlo todo muy bien organizado con antelación y conocer personalmente los lugares para que el viaje y las experiencias sean un éxito.
Al día siguiente, temprano después del desayuno todos los pasajeros nos subimos al autobús privado dirección al aeropuerto. Afortunadamente, nuestro vuelo fue puntual y no apareció ninguna tormenta amazónica que lo retrasara.
Llegada a Cusco
En el aeropuerto de Cusco, lo primero que percibimos fue la falta de oxígeno que te puede causar soroche o mal de altura dado que la ciudad está a 3,399 metros de altura sobre el mar. Al estar con pasajeros de avanzada edad estuve muy atento a cualquier inconveniente que les pudiera causar. En la misma puerta nos esperaba mi compañero Edwin con sus ayudantes y el traductor de lengua rusa que me habían pedido para su estancia en la capital Inca. Creí oportuno alojarlos en el hotel de lujo cinco estrellas Belmond Palacio Nazarenas dado que los pasajeros eran muy exigentes y debía cumplir sus altas expectativas. Dicho hotel es una casa colonial que data del siglo XVII de estilo barroco andino construido sobre muros Incas. Está ubicado en la Zona Monumental de Cusco y en 1983 fue declarada por la UNESCO como patrimonio Cultural de la Humanidad. Es un hotel muy exclusivo que solo cuenta con solo 55 suites, cada una enriquecida con oxígeno para combatir el mal de altura y con mampostería original Inca. Siempre llevo a mis clientes a lugares característicos de la zona donde puedan envolverse y enriquecerse de su cultura local, pero sin olvidar las comodidades exigidas por los pasajeros.
Hotel Belmond Palacio Nazarenas
Esa noche descansamos y cenamos en el restaurante Senzo del hotel del famoso chef peruano Virgilio Martínez. Es muy importante el primer día tomarlo con calma ya que nuestro cuerpo se debe adaptar al cambio drástico de altura. Afortunadamente en ese momento todos los pasajeros no padecían ningún síntoma excesivo.
Tour por las calles de Cusco
Empezamos caminando por las preciosas, estrechas y pintorescas calles del barrio de San Blas, situado en el centro histórico a pocos metros del hotel. En sus empinadas calles pudimos observar casas coloniales, talleres artesanales, la iglesia de San Blas que es la más antigua de la ciudad construida sobre un templo Inca y, al estar en la parte alta de la localidad, las vistas son espectaculares para contemplar Cusco. Aprovechamos para ir también a la calle Hatun Rumiyoc donde se encuentra la famosísima piedra de los doce ángulos. Su gran acabado y bordeado perfeccionista denota la perfección al no existir asimetrías en sus uniones. Encajan con exactitud con las demás piedras de su entorno y es una gran muestra de la magnífica arquitectura Inca y su gran conocimiento en la evolución de la construcción. Se ha convertido en un símbolo de Cusco y un orgullo para todo el país y en toda una representación de la arquitectura Inca.
Piedra de doce ángulos
Caminando por las calles los jóvenes se acercaron a una de las muchas personas que venden ambulantemente artesanías y bisutería local. Repentinamente una señora les atrajo la curiosidad y no dudaron en acercarse a ella.
Mujer cuzqueña vendiendo artesanías
Su mirada era penetrante y profunda que no dejaba indiferente a nadie. Ellos se quedaron inmutados, pasmados y sorprendidos. Hubo unos segundos de silencio absoluto mientras sus miradas se atraían mutuamente. De repente, les empezó hablar en quechua mientras en su sonrisa se podía apreciar un encanto y cariño especial. Repentinamente, de su bolsa sacó unas pulseras de tela y se las colocó en sus respectivas manos mientras seguía hablando en quechua. En ese momento, tuve que preguntar a Edwin que nos tradujese sus palabras para poder entender dicha situación. Me comentó que les había regalado las pulseras hechas con sus manos del material alpaca – animales andinos muy bien considerados por su calidad de lana – por la conexión adquirida en esos momentos. Les dijo que les daría suerte y salud mientras les bendecía. Obviamente les encantó el obsequio e inmediatamente le ofrecieron dinero a cambio, ya que no veían de buen gusto que no recibiera nada a cambio. Ella se negó rotundamente e insistió que era una ofrenda al sentimiento que había percibido de su bondad. Dada su insistencia aceptaron el obsequio y se abrazaron mutuamente. Al irse, ella les besó en sus respectivas mejillas con mucho afecto. Los jóvenes se quedaron cautivados y maravillados por la situación que habían vivido.
Visita a Sacsayhuamán
Posteriormente, nos desplazamos a las afueras para visitar Sacsayhuamán. Situada a dos kilómetros al norte de la ciudad era una fortaleza ceremonial Inca que se empezó a construir en el siglo XV. Su mantenimiento es excelente y se conserva un cuarenta por ciento de su antigua estructura. Impacta el tallado y la suavidad aterciopelada de la piedra y la hacen una de las edificaciones más asombrosas del mundo. Cada 24 de junio se celebra el Inti Raymi o Fiesta del Sol; es una celebración que revalora la tradición incaica en las regiones de los Andes. Se hacían sacrificios y se presentaban bailes o danzas para adorar al “Dios Sol”. Actualmente atrae miles de turistas anualmente y es muy popular en Perú.
Sacsayhuamán
Restaurante Chicha
Una vez acabamos la excursión nos dirigimos al restaurante Chicha del famosísimo chef peruano Gastón Acurio. Los clientes pudieron disfrutar de la milenaria sabiduría gastronómica cusqueña en su máximo esplendor. Creí oportuno llevar a mis viajeros a dicho restaurante debido a que representa perfectamente la fusión de la comida andina con los nuevos conceptos de la gastronomía peruana. Acabamos encantados.
Tiradito de trufa con palta
Hoja de coca sour
Mercado de San Pedro
Una vez almorzamos nos acercamos al mercado de San Pedro diseñado por el arquitecto francés Gustave Eiffel. Los mercados siempre transmiten la esencia de los lugares y su forma de vivir. Por ello, son de visita obligada. Sin olvidar que es el lugar indicado para observar, aprender y conocer los productos locales. Mientras percibíamos los olores escuchábamos el idioma quechua, observábamos los gestos y hábitos comunes de la cultura andina. Aprovechamos para conversar con varias tendederas.
Tienda del mercado de San Pedro
Finalmente compraron quesos andinos frescos y prendas artesanales para que se llevaran un recuerdo auténtico de Cuzco.
Quesos andinos
Templo de Qorikancha
Para finalizar el día acabamos visitando el templo de Qorikancha – en quechua: Quri Kancha , “Templo Dorado”-, uno de los lugares más emblemáticos de la antigua capital Inca. Sin embargo, lo primero que se ve al llegar no es el yacimiento arqueológico, ya que sobre él se levanta el convento de Santo Domingo, quedando de este modo oculto al exterior casi todo el vestigio del antiguo templo. Fue el principal santiario Inca, el cual fue posteriormente destruido por los españoles durante el proceso de colonización. Los finos muros del templo expresan el máximo nivel de ingeniería que alcanzaron los Incas. Sus muros lisos y unidos con precisión quirúrgica encajando perfectamente sin fisuras mostraban la perfección de su trabajo ingeniero y arquitectónico. Gran parte de las paredes, así como puertas y el templo estuvieron cubiertas por una amplia banda de oro. Lamentablemente, tras la invasión fue saqueado y el oro robado.
Templo de Qorikancha
Una vez acabado el tour, paseamos por la imponente plaza de Armas y nos sentamos en un bar. Bebimos una infusión de hojas de coca mientras contemplábamos la belleza de su arquitectura, en especial de la Catedral y la Iglesia. Posteriormente volvimos al hotel y disfrutaron de una típica cena andina en el hotel para dormir temprano y recuperar fuerzas para el día siguiente.
Salineras de Maras, Moray y Montaña de 7 Colores
A la mañana, nos dividimos en dos grupos. Los pasajeros de avanzada edad y los jóvenes. Estos últimos fueron a la montaña de siete colores junto a un guía de toda confianza que los acompañó durante todo el trayecto. Dicha montaña llamada Vinicunca la hace especial y única, dado que sus laderas y cumbres están teñidas por unas franjas de intensos tonos de fucsia, turquesa, lavanda y dorado. El espectáculo visual es fastuoso y colorista.
Montaña de 7 colores
Yo decidí acompañar al grupo de personas mayores junto a Edwin y el traductor. Nos vinieron a buscar en furgoneta privada y nos dirigimos a las Salineras de Maras atravesando los Andes y disfrutando de unos paisajes espectaculares. Las salineras inmersas en la impresionante belleza andina nos ofrecieron una nueva mirada al sorprendente ingenio y destreza incaica. Los estanques incrustados de sal en Maras parecen una capa de nieve que cubrían la ladera. Cada una de las más de tres mil pozas poseen diversos tonos de blanco y marrón. La sal de Maras se ha recolectado desde tiempos preincaicos. Hoy en día, continúan brindando la exquisita sal rosa y admirada mundialmente. La sal proviene de un flujo subterráneo de agua salada que burbujea desde la fuente de la montaña. Cuando el agua se evapora, la sal cristalizada que queda se extrae minuciosamente con palas y rastrillos de madera. Hoy en día, continúan brindando la sal rosa y admirada mundialmente.
Salineras de Maras
Posteriormente, nos dirigimos a los restos arqueológicos de Moray. Desde el mirador nos encontramos el emblemático anfiteatro de andenes circulares. Estas terrazas concéntricas fueron construidas por los incas como laboratorio agrícola. Cada una de sus terrazas cuenta con un microclima propio, de acuerdo a la profundidad a la que se encuentre. Se cree que fue un centro de estudios experimentales que utilizaron los incas para sembrar productos que en, otras condiciones al estar rodeado de montañas, el clima que se crea es templado y seco a la vez.
Moray
El tiempo nos pasó volando y no tuvimos mucho más tiempo para gozar del impresionante paisaje que nos rodeaba. Aproveché para llamar a mi compañero que estaba con los jóvenes y me comentó que estaban encantados de la visita a la montaña de siete colores y todo estaba yendo perfecto. Es esencial siempre estar en contacto para asegurarse que todo funcione correctamente y que nada se me escape de mi control. Cuando volvimos a subir a la furgoneta, los clientes no cesaban de preguntarme donde íbamos a comer, pero me negué rotundamente a revelarlo ya que era una sorpresa. Podía observar en sus rostros la mezcla de asombro e incredulidad, pero con un entusiasmo significativo.
Pachamanca
Al llegar al restaurante los clientes quedaron asombrados del lugar. Estábamos envueltos de naturaleza en medio de los Andes en un emplazamiento privilegiado y único. Todo estaba preparado y listo para que nos explicaran el famoso plato típico andino llamado Pachamanca. Mi amiga nos iba explicando la historia y la elaboración de dicho majestuoso plato. Mientras nos enseñaba los productos, dos hombres se encargaban de prepararlo en directo. Su realización es milenaria y se elabora por la cocción, al calor de piedras precalentadas bajo tierra. Es lo más parecido a una ceremonia gastronómica.
Hombres colocando las piedras
Mientras colocaban las piedras calientes en la tierra, iban añadiendo primero maíz y patatas locales, y posteriormente añadían más piedras e iban colocando carnes de vacuno previamente aderezadas con ingredientes locales.
Añadiendo patatas a la Pachamanca
Parecía inimaginable que, sin utilizar fuego o herramientas modernas de cocina, la comida pudiera prepararse y cocinarse.
Una vez cubierto todos los alimentos y las piedras con una manta, nos sentamos en la mesa al aire libre y empezamos a comer los primeros platos.
Añadiendo plantas y legumbres a la Pachamanca
Pedimos Chicha que es una bebida derivada principalmente de la fermentación del maíz morado muy típico del continente americano. Posteriormente nos sirvieron los alimentos de la Pachamanca. Disfrutamos enormemente de dicho manjar dado que todos los productos eran cien por cien naturales y locales preparados espléndidamente por nuestros compañeros. Estuvieron tan a gusto que las horas nos pasaron volando, dado que el entorno era tan encantador y fascinante.
Cuando escureció volvimos a la ciudad de Cusco, paseamos apaciblemente y fuimos al hotel. Me reencontré con los jóvenes que habían ido a la montaña de siete colores y me comentaron que su experiencia también había sido espectacular. Hubo un inconveniente que los entristeció porque no encontraban las pulseras que le había regalado la señora y que tanto cariño habían adquirido. Todos los clientes se fueron a dormir pronto ya que al día siguiente debíamos visitar el más esperado y soñado momento del viaje para visitar Machu Picchu.
Visita a Machu Picchu
Temprano por la mañana esperamos puntualmente a la furgoneta que nos llevaría a la estación de Poroy para coger el tren hacia Aguas Calientes. Los clientes estaban muy emocionados ya que no se visita cada día una de las siete maravillas del mundo. Había reservado el tren Hiram Bingham, el más lujoso y exclusivo. Lleva el nombre del explorador estadounidense que hizo pública la existencia de la ciudad incaica de Machu Picchu en 1911. Cabe destacar que no fue el descubridor dado que nunca se “perdió” realmente pero sí fue la primera persona en reconocer la importancia de las ruinas. Durante el trayecto disfrutamos de música en directo, de un almuerzo gourmet y desde el vagón observatorio al aire libre pudimos deleitarnos de la maravillosa ruta. La experiencia es inolvidable ya que no solo el servicio es personalizado, sino también, el trayecto es imponente porque atravesar las montañas andinas con su abundante vegetación y observar los ríos hace que sea un momento fascinante.
Llegamos a la última estación llamada Machu Picchu aunque en realidad es la localidad llamada Aguas Calientes. Una vez llegamos nos esperaba el autobús que nos iba a llevar por fin a la deslumbradora Machu Picchu. Al cabo de 20 minutos llegamos a la puerta del majestuoso santuario histórico. Entramos directamente con el guía correspondiente, el traductor y gozaromos de la maravillosa obra maestra de arquitectura e ingeniería. Machu Picchu en quechua significa “Monte Viejo”. Fue construida en el siglo XV a 2430 metros de altura sobre el mar.
Machu Picchu
Mientras contemplábamos semejante belleza el guía nos iba explicando su extraordinaria arquitectura y función. Machu Picchu está claramente dividido en dos grandes zonas: la agrícola, formada por conjuntos de terrazas de cultivo y, la zona urbana, que es, por supuesto, aquella donde vivieron sus ocupantes y donde se desarrollaron las principales actividades civiles y religiosas. Hasta 1000 personas llegaron a vivir en el área urbana en su máximo esplendor.
Yo haciéndome un selfie en Machu Picchu
Mientras nos iba describiendo el lugar podíamos palpar la magnitud del lugar y lo empinado del terreno donde fue construido. Caminaba por las terrazas cultivables y enseguida, notaba el cansancio propio que propiciaba el mal de altura. Mi cansancio era mayúsculo, y a pesar de que llevaba varios días en los Andes y no era mi primera vez en Machu Picchu, noté la falta de oxígeno. Tuve que desacelerar mi ritmo para poder apreciar con el reposo y sosiego que merece contemplar semejante obra arquitectónica.
Obviamente en ese momento se quedaron inmutados y maravillados porque nunca habían visto algo tan espectacular. Cuanto más nos explicaba el guía, más se adentraban en la sociedad Inca y en su fascinante historia.
Un dato muy curioso y que me llamó la atención fue que en Machu Picchu viven 30 llamas que pastan y pasean tranquilamente por el lugar. Todas ellas tienen nombre propio y son alimentados por los locales.
Es inaudito como pudieron edificar el santuario a semejante altura y traer las piedras cuando los Incas desconocían la rueda. Efectivamente, es un lugar mágico entablado en una ubicación deslumbrante. Después de unas horas disfrutando del santuario no tuvimos otra opción que partir dado que teníamos que coger un tren que nos llevara a la estación de Ollantaytanbo. En el tren, todos los clientes estuvieron conversando alegremente y orgullosos de que sus expectativas habían sido más que cumplidas. Aunque había sido un día largo y el cansancio era palpable, la felicidad en sus rostros era significativa. Al llegar a la estación había reservado su estancia en el maravilloso hotel Tambo del Inca en pleno Valle Sagrado. Al llegar, todos fuimos a nuestras respectivas habitaciones para descansar y reponer fuerzas para el día siguiente. Los jóvenes a pesar de haber disfrutado de un día inolvidable seguían inquietos buscando las pulseras sin fortuna.
Hotel Tambo del Inka
Ollantaytambo
Lamentablemente todo tiene su fin y también nuestro viaje. Por la mañana dimos una vuelta por la población de Urubamba e inmediatamente, nos dirigimos a la localidad de Ollantaytambo. Es el único pueblo Inca que continúa habitado y se quedaron asombrados de su extraordinaria planificación urbana. Sus calles pintorescas, empedradas y serpenteantes eran dignas de apreciar en todo su esplendor mientras conversas con sus habitantes vestidos con los trajes locales.
Calle Inca típica de Ollantaytambo
Hablé con varias familias que estaban tejiendo manteniendo intactas tradiciones heredadas de sus antepasados y observé a los niños jugando. No pude evitar fotografiarlos.
Niños jugando
Nos quedaba poco tiempo y tuvimos que observar con rapidez el complejo arquitectónico que fue un centro militar, religioso y agrícola. Les impactó de grata manera el fabuloso escenario por su tamaño y originalidad.
Urubamba
Sin mucho más tiempo, volvimos al hotel situado en la localidad de Urubamba. Al ser festivo observé mucho movimiento en la plaza central, me acerqué y vi unas mujeres con unos expresivos y característicos sombreros. Vendían una especie de guisado y decidí a comprarles una ración.
Mujeres con su traje local
Me lo comí a toda prisa antes de volver al hotel. Me aseguré que todos los pasajeros tuvieran sus respectivas maletas y nos subimos a la furgoneta para dirigirnos al aeropuerto de Cusco. Durante el trayecto mientras observábamos el maravilloso paisaje andino nos vinieron a la mente todas las experiencias que habíamos vivido, lo extraordinario que es Perú, su gente y su historia. Todos los pasajeros estaban deslumbrados y emocionados.
Despedida de Asiri
Al llegar al aeropuerto cuando estábamos haciendo la cola para facturar nuestros respectivos equipajes apareció mágicamente la señora que conocimos en Cusco. ¡Nos quedamos estupefactos! Llevaba con ella las pulseras que habían perdido los jóvenes. Ellos al verla la abrazaron emocionadamente. Mientras les entregaba las pulseras nos comentó que le habían informado lo sucedido y por ello estaba allí. Nos dijo su nombre que era Asiri que significa “sonrisa o sonriente”en quechua. Les dijo a los jóvenes que siempre sonrieran y fueran felices que es lo más importante en la vida. Sin mucho más tiempo ya que debíamos embarcar y no podíamos perder el avión, se volvieron abrazar mutuamente mientras se les derramaban las lágrimas. Todos nos quedamos deslumbrados por su bondad e inmediatamente al despedirnos de Asiri, se colocaron las pulseras en las muñecas llevándose el mejor recuerdo de Cusco que nunca hubieran imaginado.
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