Mi primera visita a un pueblo del Amazonas

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Mi primera visita a un pueblo Amazonas

Llevaba pocos días viviendo en la ciudad selvática de Iquitos y un compañero de la empresa de cruceros donde trabajaba llamado Wilson me preguntó si deseaba acompañarle a visitar a un familiar en su pueblo. Era temprano y justo ese día no debía acabar ningún trabajo importante. Recién había llegado y lo que más me importaba era aprender e intentar adaptarme a mi nuevo hogar lo antes posible. Que mejor manera de hacerlo que ir a un poblado de la zona y conocer a los lugareños.

Me subí a su moto y fuimos a uno de los pequeños “puertos” de la ciudad. Había innumerables botes motorizados y ninguna señal que te pudiera indicar hacía donde se dirigían. Estaba claro que la única manera de saber a donde iban era preguntado a la persona encargada del bote pero eso también se convertía en un desafío ya que con la multitud de personas moviéndose de un lado a otro era todo un reto. Afortunadamente como iba con mi amigo fue fácil y rápidamente nos embarcamos.

Bote motorizado por el río Amazonas

Navegando por el río Amazonas

Al cabo de dos horas aproximadamente navegando por el río Amazonas y entrando en uno de sus miles de afluentes llegamos al poblado. Desde el barco pude observar como los habitantes estaban al lado del río realizando sus tareas domésticas y algunos pescadores en plena faena.

Llegada al pueblo

Mujeres realizando tareas domésticas

Por lo que pude observar era un pueblo pequeño (no más de 100 habitantes). Todas las casas estaban hechas de madera y eran muy semejantes. Los habitantes me miraban con asombro, sacaban sus cabezas por las ventanas y los más jóvenes se miraban entre sí y reían al mirarme. Estaba claro que no estaban muy acostumbrados a las visitas de los foráneos. En ese mismo instante era la atracción de los habitantes del pueblo. Me era imposible pasar inadvertido. Yo saludaba educadamente y tampoco podía evitar reírme, sus sonrisas eran contagiosas.

Me acerqué junto a Wilson a la casa de su familia. Me invitaron amablemente a entrar y me ofrecieron un jugo de maracuyá. La casa constaba de una gran habitación (el equivalente a nuestro salón de estar o comedor) donde también había una pequeña cocina rudimentaria. Posteriormente había dos habitaciones pequeñas. Las casas amazónicas se caracterizan por su amplitud y ligereza. Al fin y al cabo, en la selva hace calor todo el año y no tiene sentido hacer habitáculos con anchas paredes. Pude percatarme enseguida que era una familia de pescadores dado que estaba rodeado de redes y utensilios para la pesca.

Redes para pescar

Lengua Kukama-Kukamiria

Al rato y después de saludar a toda la familia Wilson me comentó lo siguiente. “Acompáñame Luis, te voy a llevar a un lugar que te va a gustar”. Sin saber hacia donde nos dirigíamos, seguía observando las casas de las cuales sus habitantes no cesaban de salir para mirarme. Vi unas señales en un idioma que desconocía por completo y estaban por todos lados. Wilson me explicó que era Kukama-Kukamiria, una lengua amazónica pero que lamentablemente casi ya no se hablaba.

Letrero en lengua Kukama-Kukamiria

El Kukama Kukamiria es una lengua en desuso y perteneciente a la familia lingüística Tupí-Guaraní. Según los expertos, el pueblo Kukama-Kukamiria inició una serie de migraciones desde el Amazonas central en Brasil y llegaron a lo que es hoy Perú doscientos o trescientos años antes de la llegada de los españoles. Durante los años noventa el gobierno peruano implementó unas políticas para que las lenguas autóctonas del país no desapareciesen intentando inculcar su uso.

Visita al colegio

Mi entrada a la escuela fue estelar dado que, al ser un pueblo tan pequeño, por no decir aldea, ya había corrido la voz mi presencia. Varios niños me esperaban agolpados en la puerta. Me sentí culpable por interrumpir la clase, pero la profesora parecía encanta y aproveché para entablar una conversación con ella. Me encantó intercambiar algunas palabras con los niños de la escuela y también ver justamente que estaban en clase de Kukama-Kukamiria.

Niños en la puerta del colegio

Pizarra en español y Kukama-Kukamiria

Disfrutando del pescado Carachama

Antes de volver aprovechamos para comer algo dado que nuestro viaje de vuelta era largo. Me acerqué a los pescadores del pueblo y me enseñaron la pesca del día. Me mostraron un pescado muy curioso llamado coloquialmente carachama Su aspecto era un poco tenebroso de color gris oscuro casi negro y muy parecido a los de la era de los dinosaurios.

Pescado Carachama

El pez carachama (pseudorinelepis genibarbis) que significa “sin costillas” por la ausencia de costillas tras la sexta vértebra central se caracteriza por su aspecto. Tiene gruesas escamas que parecen una armadura medieval, ojos negros, hundidos y su cabeza es pequeña y triangular. Tiene un extraordinario valor nutritivo (alta concentración de fósforo) y es muy consumido en la Amazonía. El plato más conocido es el chilcano de carachama que es un sopa a base de dicho pescado, pero como teníamos poco tiempo lo comimos a la brasa. Una vez terminamos tuvimos que partir antes que anocheciese dado que navegar en un bote de pequeñas dimensiones era contraproducente en la nocturnidad.

Pescados a la brasa para almorzar

Mi nuevo hogar: El Amazonas

Mi primera experiencia en un pueblo amazónico fue increíble y estar tan cerca de los locales me pareció extraordinario. Lo que más me impactó fue su simpatía, humildad y bondad. Me sentí enseguida acogido. Desde ese mismo momento supe que el Amazonas y sus habitantes iban a ser parte de mi esencia porque percibí su entusiasmo por la vida y su generosidad como antes nunca lo había sentido. Estaba claro que el Amazonas iba ser mi hogar para los próximos años.

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